lunes, 23 de enero de 2017

¡Puedes contar conmigo!

¿Cuántas veces, a lo largo de nuestra vida, hemos necesitado oír esa frase?
¿Y cuántas veces nos la han dicho?
¿Tú se lo has dicho a alguien?

Hoy vengo a contaros algo que a mí me ha pasado en muchas ocasiones, y que cuando me despisto se repite: doy las cosas por hecho. Con esto me refiero a que por miedo a ser pesada, por pudor o simplemente por vagancia tiendo a pensar que todas las personas saben lo que siento o lo que opino. Obviamente, nada más lejos de la realidad. 

Cada situación y cada persona es diferente, y por ello debemos tener siempre presente que nunca está demás recordarle a alguien eso de 'puedes contar conmigo' o 'yo también te quiero, ama'. Son frases. Simples frases que nos hacen ahorrar disgustos y malentendidos. Frases que nos hacen gastar sonrisas o lágrimas, incluso ambas a la vez.

Siempre he pensado que hablando se entiende la gente, que si tenemos la suerte de haber nacido con una herramienta tan potente como es la palabra debemos exprimirla al máximo. 

¿A quién no le reconfortaría un 'puedes contar conmigo' en la salida de un tanatorio? 
¿A quién no se le erizaría la piel con un 'puedes contar conmigo' cuando se te acaba el contrato de trabajo?
¿A quién no se le empaparían los ojos con un 'puedes contar conmigo' cuando decides irte a otra ciudad lejos de tu casa?

Yo creo que a todos, ¿no? Si no es así resultará que quizá no se te haya ido nadie importante o no tengas piel ni ojos. De todas las personas que conozco 'mis emes' son las que más veces me han dicho ¡puedes contar conmigo! en diferentes idiomas, en distintos tonos de voz, en diversos lugares pero siempre con el mismo objetivo: acompañarme. Creo que no hay nada más importante que transmitirle a la gente que queremos que vas a estar ahí, que le apoyarás en las decisiones que tome, que no le dejarás sola y que le quieres. Esto último igual de importante. 

Es hora de dejar la vergüenza atrás.
Debemos atrevernos a decir más.
Es hora de dejar el miedo atrás.
Debemos apostar ciegamente más.

Y ellas, 'mis emes', me lo enseñaron hace ya muchos año. ¿El qué? En una verdadera amistad siempre tiene  que haber broncas, risas, más broncas, lágrimas, abrazos, cafés, confianza, cola caos y sinceridad. Esto último en nuestra relación sobra así que si a alguien le falta que me lo haga saber. 

Por ellas me hice mi último tatuaje (que explicaré en el siguiente post) porque desde que las conocí supe que lo nuestro será para siempre, que no es una relación de amigas al uso, que las tres somos especiales. Nos unimos en el momento preciso, en el lugar preciso, y estas cosas siempre salen bien.

                                     ¡Contad conmigo!






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