jueves, 5 de noviembre de 2015

Será cuestión de veranos X.

-¿Qué razón?
-Zaida me prometío, y algún trabajador de este bar sabrá de lo que hablo, que ella estaría aquí esperándote en el caso de que llegaras a esta este último punto del infinito.
-Eso me lo has dicho hace dos minutos, ¡no soy tonto! Tú también escondes algo, estoy totalmente seguro. Me ha quedado clarísimo que Zaida me citaría aquí en el caso de que yo recorriera todos los putos bares, pero no ha ocurrido ni una cosa ni la otra.

De pronto vi que la camarera me estaba haciendo señales incomprensibles.

-Acércate Luca tendrá algo interesante que contarte.

Está bien.

-Ya es suficiente, ¿no crees? - me preguntó en tono violento-. Estás haciendo el puto ridículo, tío.

¡Qué demonios! 

-¿A qué hostias te refieres? ¡No me conoces de nada! ¿O sí? - le grité insistente-. ¡Dime!

-Te conozco y no poco. Sé quién eres tú y se quién es aquella señora. Solo falta Zaida para que estemos todos pero creo que si no ha aparecido ya...
-Si no ha aparecido ya...¿Qué?- le vacilé-. ¡Que me lo digas!
-Relájate tío, ya nada va a empeorar. La has liado pero bien, nos has roto todos los esquemas.

Mi mente no procesaba más información. Lo único que necesitaba era abrazar a Zaida y llevarla conmigo a casa. Nada más.

Ojalá. 

Volví a la realidad y me di cuenta de que la expresión de la cara de la mujer que me mira fijamente había cambiado.

Compasión. Eso es lo que su rostro transmite.

-Sentémonos, Luca.

Mi nombre suenta tan raro en voces desconocidas...

-Quiero irme, no agunto más. Si Zaida no va a venir yo me voy. -admití entre lágrimas-. No puedo más.
-Espera Luca, solo serán unos minutos más. Lo que te ha dicho esta señora es verdad. Desde el principio hasta el fin. Tú has cambiado el curso de las cosas y eso ha hecho que Zaida haya decidido no venir.
-¿Has hablado con ella? -pregunté aliviado-.
-Sí. Está bloqueada, no sabe cómo salir de esta especie de laberinto que ha formado para ti.
-¿Por qué me hace esto?
-Solo sé que te quiere, que las palabras que has leído en la carta que te he entregado son falsas.

Mi corazón se paralizó. Las manos comenzaron a temblarme y no me salía la voz. 

-Luca tranquilízate porque lo vuestro se va a arreglar -me aseguró-. Lo sé con certeza.

¿Hay algo que arreglar? 

-Voy a conseguir que Zaida venga aunque me cueste.
-No hace falta estoy aquí.

¡Es Zaida! ¡Zaida está a dos metros de mí! Ahora es mi cuerpo el que se ha paralizado y mi corazón, ya recuperado, no deja de palpitar cada vez más rápido, incluso me causa dolor. 

-Luca, ¿estás bien? - me preguntó-. ¡Luca! ¡Luca!

Desde aquel momento no consigo recordar nada, solo sé lo que me va contando Zaida mientras me hace compañía en la habitación del hospital.

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